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Trilogía Humana.

por Fran Laviada

1-¡No Gracias, ya puedo yo!

 

Hay personas que tienen un extraño concepto sobre lo que significa ayudar a los demás y cuando tratan de hacerlo, lo único que consiguen es inmiscuirse en la vida del prójimo, entrando de lleno en sus intimidades, entrometiéndose en cuestiones privadas y en definitiva, no respetando determinados espacios que nunca deben de ser profanados por nadie.

También los hay que van por la vida presumiendo de “buenos samaritanos” tratando a sus semejantes como auténticas víctimas que necesitan ser rescatadas de las garras de la propia existencia, convirtiéndose en eternos “salvadores” de los demás, cuando la realidad, lo que nos dice, es que realmente de quien tienen que salvarse es de ellos mismos.

Cuando alguien se cae al suelo, es muy humano ayudarlo a levantarse, pero dejemos que sea la persona damnificada, la que diga si necesita ayuda, o si puede y quiere levantarse sin necesidad de que nadie intervenga en la operación.

Es de agradecer en todo momento, el apoyo que otras personas te ofrecen, pero siempre hay que preguntar, por que hay que respetar en cualquier circunstancia la libertad del individuo para decidir si quiere ser ayudado o no, y hay que tener el tacto suficiente para darse cuenta de ello.

Según la forma de ser de algunas personas, muchas veces no hay nada peor que ayudar a alguien que no lo pide, puede que no quiera que lo ayuden, que no lo necesite o simplemente que no quiera deberle favores a nadie, ya que, si bien es cierto que hay muchísimas personas que ayudan desinteresadamente a otras, hay quienes también te ofrecen un “auxilio desinteresado” que luego resulta que no lo es, y tarde o temprano aparece el “socorrista” de turno queriendo cobrar el favor prestado.

 

2-Amistades de cartón.

 

Hay un momento de nuestra existencia, en que nos paramos a reflexionar y nos damos cuenta de que después de muchos años de aparente amistad, algunos de aquellos a los que considerábamos amigos de esos de toda la vida, dejan de serlo, por muy diversas razones, unas veces por la falta de comunicación, otras por que los caminos de unos y de otros se separan en función de sus circunstancias personales, sus actividades profesionales, sus intereses u otra serie de condicionantes de tipo social.

Hay también por desgracia, situaciones lamentables que según el caso particular de cada individuo, le habrán afectado de forma diferente en relación a las circunstancias que se hayan vivido, pero seguro que mucha gente habrá pasado por momentos en los que cobra plena vigencia la expresión, ¡con amigos como tú no me hacen falta enemigos!, por que desgraciadamente la patada en el trasero te la da quien menos te lo esperas, y dejando a un lado la decepción que esto te supone, lo bueno, es que te dices a ti mismo, ¡bueno, otro más al que se le cae la careta!, con lo cual tu proceso de selección de las verdaderas amistades se va ajustando mucho mejor a la realidad y la lista de amigos se reduce a unos pocos nombres, disminuyendo en cantidad, pero ganando en calidad.

Dejando pues, a los que antes eran amigos, y ahora son solo conocidos, incluso ni eso por que a algunos ya no los quieres volver a ver ¡ni en pintura!, tenemos también los amigos con truco, esos que tienen un concepto particular de la amistad, esos que dicen, y muy acertadamente que los verdaderos amigos son los que siempre están cuando los necesitas, pero que en la realidad, solo están cuando ellos lo necesitan.

Otras veces, es uno mismo el que se da cuenta, que los tiempos cambian y unas personas evolucionan y otras no, unos se quedan involuntariamente anclados en el pasado y otros lo hacen por decisión propia, y al final llegas a la conclusión que has estado relacionándote muchos años con personas con las que en el momento presente ya no tienes nada en común, por que convivir con ellos, no quiere decir ser como ellos, y no eres peor ni mejor, simplemente diferente. El camino que puede ser bueno para muchos, no es el adecuado para otros. Y en esta sociedad en la que vivimos, con tantas dosis de falsedad e hipocresía, el que no sigue la dirección de la manada y sobre todo del que la manda (siempre hay alguno que quiere imponer a toda costa su criterio a los demás), lo tiene bastante complicado, siempre será el raro, el inadaptado o el chalado de turno.

 

Todos quieren tener amigos y nadie quiere serlo” (Denis Diderot)

 

3-Terrícolas.

 

El ser humano es una estructura demasiado compleja para tratar de conocerla en toda su amplitud. A pesar de los siglos transcurridos de historia de la humanidad, los habitantes del planeta Tierra, seguimos siendo unos perfectos desconocidos, tanto para nosotros mismos, como para el resto de nuestros colegas de especie.

En muchas ocasiones hacemos cosas tan raras, tenemos unos comportamientos tan extraños y se nos ocurren ideas tan absurdas, que si seres de otras galaxias no estuvieran observando (quizás lo hacen), se quedarían absolutamente estupefactos de lo que ven y seguro que dirían como mínimo: ¡Pero qué pirados están estos Terrícolas!

Aunque con toda probabilidad, los más críticos seguro pensarían, que realmente lo que somos la gente de la Tierra, es unos eternos insatisfechos y sobre todo unos jodidos egoístas, que nunca estamos contentos con nada y siempre queremos más, e incluso, que somos capaces de pisotearnos e incluso matarnos unos a otros con tal de conseguir todo aquello que nos proponemos para saciar nuestra desmedida ambición.

Lo expuesto anteriormente, podría ser tildado de desmesura, pero la realidad es que no tiene absolutamente nada de sorprendente, cuando un día sí, y otro también, vemos personas (?) cuyo único pensamiento en su vida es tener cada vez más y más, y no hablamos solo del dinero, nos referimos a más de todo en general.

Hay muchos seres insaciables, que a pesar de haber conseguido con verdadera avaricia todo aquello que se han propuesto, siempre quieren seguir llenando su saca, nada les parece suficiente, aunque al final son las principales víctimas de su propio egoísmo, ya que en ningún momento son capaces de llegar a un estado de vida ideal en el que pueden llegar a alcanzar la felicidad, ni en su totalidad, ni en parte.

Se desconoce el motivo, al mismo tiempo que es muy difícil de entender, el hecho de que exista gente que disfruta de una envidiable posición social, que trabaja en algo que le satisface plenamente, con lo cual la actividad laboral se transforma en un placer y no en una tortura, que además han encontrado a su pareja ideal (algo cuando menos, tremendamente complicado en estos tiempos en los que se vive a velocidad de vértigo, y apenas hay tiempo para relacionarse y mucho menos para entenderse), y si a todo lo anteriormente expuesto, añadimos un nivel económico lo suficientemente elevado para llevar una vida placentera, con ciertos lujos y privilegios y además de todo, y esto es lo más importante, son personas que gozan de un estado de salud envidiable ¿por qué carajo no son felices?

En el extremo contrario (y de ahí la inexplicable rareza que envuelve a los habitantes de nuestro planeta), están los que prácticamente no tienen nada, pero a pesar de ello, sí son completamente felices, y eso que han que superar diariamente todo tipo de vicisitudes.

Hay personas que tienen por única compañía a la soledad, se han quedado sin nadie y ahí están, sin tener quien se preocupe por ellos o les cuide, a otros, se les ha ido su pareja (por motivos diversos) después de muchos años de convivencia, que es mucho peor, que haber estado siempre solo. También hay quienes han vivido terribles experiencias tanto personales, cuando por ejemplo, han pasado por el amargo trance de perder a un ser querido, o a nivel colectivo, sufriendo guerras, catástrofes o epidemias por poner diversos casos de experiencias peligrosas, violentas y crueles. Hay otras personas que son tan pobres, que no tienen ni donde caerse muertos, y como cuando el ser humano no tiene dinero, lo primero que pasa es hambre, e incluso llega a morir por falta de alimentos para llenar su estómago vacío, convierten su objetivo de existencia diaria, en la consecución de lograr simplemente la posibilidad de llevarse algo a la boca que les permita seguir viviendo, por lo menos hasta el día siguiente, en el que hay que volver a la lucha diaria por la supervivencia.

Es muy curioso lo que sucede en este nuestro particular globo terráqueo, media humanidad se muere de hambre y la otra media se muere por que el corazón se les para por culpa de problemas derivados de su alto colesterol (malo), consecuencia generalmente de un exceso de alimentación, justamente lo contrario de lo que les ocurre a los primeros. ¿Cómo se entiende esto?

Existen por último, los que sufren y viven esclavizados por todo tipo de malditas enfermedades, sobre todo los que han tenido la desgracia de nacer en los países que conocemos, como los del tercer mundo.

Pues bien, a pesar de todo lo negativo indicado con anterioridad, hay seres humanos, que sobreponiéndose a todo lo malo que les ha caído encima, han conseguido llegar a un estado de paz interior y de equilibrio mental, que les hace fuertes ante la adversidad, también apoyados en una fe ilimitada en sus creencias, que les permite crecer en la desgracia y convertir la tortura cotidiana de su existencia en el placer por la vida, y se agarran a ella con todas sus fuerzas, a pesar de que la suerte les ha dado espalda y le muestre la peor de sus caras.

 

¿Por qué aquellos que lo tienen todo son unos eternos insatisfechos y otros con prácticamente nada, se sienten felices?

 

¿Por qué en muchas ocasiones, los auténticos desheredados de la fortuna, son los que cada día se levantan con renovadas ilusiones para seguir no solo respirando, también sintiéndose agradecidos al ser superior en el que creen, por poder seguir viviendo?

 

Preguntas ambas, difíciles de responder, y en todo caso misterios de la existencia, que esconden los comportamientos demasiado complejos de nosotros los Terrícolas, cuyo nivel de coherencia, en determinados momentos y situaciones es ciertamente demasiado complejo para poder explicarlo.

 

 

Trilogía Humana.
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